Luz. Mucha luz. Se podría decir que demasiada. Abrí
lentamente los ojos para que poco a poco se acostumbrasen a la claridad que
invadía ahora la habitación. Creí que me
debían de querer hacer pasar un mal rato pues me pareció ver una silueta inspeccionando
mis cosas. Los volví a cerrar. Esta vez con mucha fuerza para, de algún modo,
intentar que lograsen ver todo con mayor nitidez. Me disponía a abrirlos cuando
oí algo. Un ruido. Pasos. Sí, sólo podía ser eso. Mis oídos no me fallaban, y
era bastante probable que mis ojos tampoco me hubieran fallado antes; pero yo
había preferido creer que sí para no tener que enfrentarme a la realidad. Mi
cerebro me pedía que reaccionase, que viera lo que estaba pasando a mi
alrededor y que lidiase con ello. Le
hice caso: abrí los ojos de golpe para no tener que pensármelo dos veces.
Entonces lo vi. Allí estaba él, mirándome fijamente con una gran sonrisa. Fue
entonces cuando reaccioné.
-¿Qué ha pasado?,
¿quién estaba en la habitación?,-pregunté agitada- oí unos pasos y vi a alguien
buscando algo en mi equipaje. Entonces abrí los ojos y…
-…Y estás
desvariando.-Dijo Nick finalizando mi frase-He estado aquí toda la mañana
esperando a que te despertases y no ha entrado nadie en la habitación, ni
siquiera los del servicio de habitaciones.-Dijo tranquilamente mientras en un
acto de ternura me quitaba un mechón de pelo que tenía en la cara y lo ponía
detrás de mi oreja derecha.
-Jo, ¡pues sí que
estoy paranoica!, puede que sea un peligro para la supervivencia del resto de
la humanidad. Deberías llevarme a un manicomio por el bien de la especie
humana.-Dije entre risas y terminando la frase guiñándole un ojo de forma
coqueta.
-Tengo una pequeña
objeción en referencia a tu pequeño plan.
-¿Qué
objeción?-Pregunté extrañada.
-Que si te
encierran en un manicomio, ¿quién me volvería loco a mí?-Respondió con una de
esas sonrisas juguetonas que tanto me gustaban y, una vez hubo terminado su
frase, me dio el primer beso de la mañana.
Me levanté rápido de la cama y me fui a
la ducha, no sin antes coger el bolso en el que tenía el baúl de mi hermana con
la disculpa de que dentro tenía todo mi maquillaje. Mientras me duchaba estuve
pensando en la pasada noche. Recordaba haber ido al parque, pensar en mi pasado
adolescente y encontrar aquella nota en el banco; sin embargo en ningún rincón
de mi cabeza se hallaba el recuerdo de haberme montado en un taxi o de haber
llegado al hotel. Qué raro. Nunca antes me había olvidado de algo así a no ser
que hubiera bebido más de la cuenta. Aunque tampoco había tenido nunca a mi
hermana en coma. Sí, probablemente la situación me estaría afectando más de la
cuenta y, cuando llegué al hotel, mi cerebro se relajó tanto que consiguió
borrar la mayor parte de cosas que me habían pasado hacía menos de diez horas.
Tenía que ser eso. Así que, ¿para qué tratar de recordar si lo único que iba a
conseguir sería frustrarme aún más? Definitivamente lo mejor sería dejar de
darle vueltas al asunto.
Cuando salí del cuarto de baño, ya
preparada para ir a la calle, me encontré una nota de Nick en la que decía que
me esperaba en la misma cafetería en la que desayunamos antes de ir a ver a mi
hermana por primera vez al hospital. Tenía vía libre. Ayer había tomado una
decisión importante sobre mi futuro. Preparé mi equipaje rápidamente, pues
quería tenerlo listo para cuando volviésemos del hospital. Lo había decidido
así: quería desaparecer, escapar, huir. Fuera cual fuese la palabra que usara
para describir la resolución por la que había optado, parecía una cobarde. Pero
después de haberlo pensado tanto, había decidido que lo mejor sería mantenerme
lejos por un tiempo para dejar que poco a poco las cosas volvieran a su lugar
de partida. Para ello opté por irme sola, sin Nick, sin Bella, sin mis padres…,
pues todos ellos se merecían volver a empezar de cero. Pero mi marcha no sería
hasta dentro de unas horas; primero tenía que despedirme de todos y de todo.
Cogí el teléfono y llamé a Nick para
cancelar nuestra cita. Aún no le había hablado de mis planes, pero sentía que
tenía que reunir las fuerzas suficientes para hacerlo. Quedamos en que lo
recogería en taxi pues la cafetería quedaba de camino al hospital y, así,
podríamos irnos juntos. Llamé al taxi nada más acabar la conversación para así
poder pasar el máximo tiempo posible con Bianca.
Después de unos 5 minutos de trayecto,
el vehículo se paró para recoger a Nick. Opté por hacerme la dormida, pues no
tenía ganas de hablar con él. Sin embargo, cuando estábamos a punto de llegar
al hospital, un pitido que provenía del interior de mi bolso me avisó de que me
acababa de llegar un mensaje al móvil. Con voz somnolienta murmuré un casi
inaudible “¿Qué ha sido eso?”, pues no quería que Nick se percatara de mi casi
perfecta actuación de chica dormida debido al cansancio. Lentamente desbloqueé
el teléfono y leí el mensaje.
Yo también quiero despedirme de ella. Cuento con tu
ayuda.
No hacía falta que mirase el remitente
de ese pequeño texto, pues sabía de sobra de quién provenía. Releí el mensaje
y, sin poder evitarlo, se me escapó una sonrisita fruto de la cara dura que
mostraba tener en ocasiones dicha persona.
Noté cómo el coche paraba. Habíamos
llegado a nuestro destino. Nick decidió quedarse fuera esperando por lo que
tuve que adentrarme yo sola por el edificio. Llegué a la puerta 94, detrás de
la cual se encontraba mi hermana acompañada por mis padres. Abrí la puerta y,
tal como predije, Bianca estaba allí rodeada de las dos personas que habían
hecho posible que estuviéramos en este mundo. Nada había cambiado desde mi
primera visita a esa habitación, hacía tan sólo unas horas y, posiblemente,
nada cambiaría en mucho tiempo.
Saludé a mis padres con una gran
sonrisa y un beso a cada uno. Estaban cansados, se les notaba en la cara. Pero
también se veía en su rostro la lucha que batían día a día para seguir
adelante. Definitivamente no me podía sentir más orgullosa de ellos.
-Mamá, papá. ¿Por
qué no vais a la cafetería y me esperáis allí? Os vendría muy bien tratar de
recuperar fuerzas con un café calentito y a mí me encantaría quedarme a solas
con Bianca durante por lo menos media hora.-Dije con un tono amable, dulce,
lleno de ternura y comprensión.-Ya sabéis que en Nueva York hay muchos lugares
y personas por conocer. Estoy segura de que mi hermana es la que tiene más
interés en que le cuente todo lo que me ha pasado en este tiempo. Dije
guiñándoles un ojo con la intención de que mi comentario fuera lo más cómico
posible.
-Por supuesto que
sí. Creo que ese café me vendrá de maravilla y de que a tu hermana le encantará
saber qué es de tu vida. Todos conocemos su lado cotilla.-Dijo mi padre devolviéndome
el guiño a la vez que soltaba una pequeña risa.
Dicho esto salieron por la puerta y
pude quedarme a solas con ella. Tenía tanto que contarle y tan poco tiempo para
hacerlo que ni siquiera sabía por dónde debía empezar mi relato.
-Antes de nada te
tendré que saludar, ¡qué despistada soy! Le doy dos besos a papá y mamá y a ti
nada. Con razón entiendo que discutiéramos tanto cuando éramos pequeñas.-Dije a
la vez que me acercaba a su cama y me inclinaba para darle dos besos.- Hay que
ver lo coqueta que eres, ¡Dios mío! Sinceramente, cuando salgas de aquí me
tienes que dar tu secreto para estar tan guapa. Te recordaba más mayor. El día
anterior a haberme ido a Nueva York me fijé en ti, analicé y guardé en mi
memoria cada rasgo de tu cara. No preguntes por qué pero presentía que no nos
veríamos en mucho tiempo y, ya ves, no me equivoqué.-Comenté con una sonrisa un
tanto tristona a la vez que continuaba con mi pequeño relato de la misma forma
que lo había empezado: con un gran sentido del humor.- Cuando te observé
detenidamente me di cuenta de cuánto habías cambiado. De pequeña siempre me
decías que querías ser mayor para ser tan guapa como yo, ¿te acuerdas? Pues
bien, ese día me percaté de que, no sólo no te habías contentado con llegar a
serlo, sino que también habías logrado superarme en todos los sentidos. Habías
dejado de ser una niña, de ser mi hermanita y te habías convertido en una
preciosa mujer.
Llegado a este punto no sabía muy bien
por dónde continuar. La voz se me empezaba a quebrar porque sabía muy bien qué
era lo que venía a continuación. Pero debía decirle todo, después de todo y de
tanto tiempo se lo merecía. Así que tragándome el nudo que se me había formado
en la garganta proseguí con mi relato.
-No sé cómo ni por
dónde empezar, así que supongo que lo haré desde el principio. Te diría que te
pusieras en una postura cómoda pero la verdad es que creo que la que has
escogido para escuchar mi historia es idónea.-Comenté entra risas.
Antes de empezar, pensé. En mí, en
ella, en todo. Miles de recuerdos de cuando éramos pequeñas vinieron de forma
desordenada a mi mente. Era ahora o nunca. Cogí todo el aire que tenía en mis
pulmones y lo solté enérgicamente. Por fin, después de tanto tiempo, iba a
contarle a mi hermana por qué había pasado todo de esa manera y, sobre todo, por qué hice lo que hice.
POSDATA: Siento haber tardado taaaantísimo tiempo en subir capítulo, pero he estado bastante ajetreada ya que he empezado este año en un instituto. La verdad es que ha sido uno de los cambios más importantes de mi vida, pero estoy muy feliz de haber tomado esa decisión. Espero que os haya gustado el capítulo y no os preocupéis, que en poco tiempo estaré de vuelta ;). Gracias a tod@s l@s que coméntáis y un besazo enoooorme :)
POSDATA: Siento haber tardado taaaantísimo tiempo en subir capítulo, pero he estado bastante ajetreada ya que he empezado este año en un instituto. La verdad es que ha sido uno de los cambios más importantes de mi vida, pero estoy muy feliz de haber tomado esa decisión. Espero que os haya gustado el capítulo y no os preocupéis, que en poco tiempo estaré de vuelta ;). Gracias a tod@s l@s que coméntáis y un besazo enoooorme :)