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jueves, 5 de junio de 2014

CAPÍTULO 19, DECISIONES…


         Luz. Mucha luz. Se podría decir que demasiada. Abrí lentamente los ojos para que poco a poco se acostumbrasen a la claridad que invadía ahora  la habitación. Creí que me debían de querer hacer pasar un mal rato pues me pareció ver una silueta inspeccionando mis cosas. Los volví a cerrar. Esta vez con mucha fuerza para, de algún modo, intentar que lograsen ver todo con mayor nitidez. Me disponía a abrirlos cuando oí algo. Un ruido. Pasos. Sí, sólo podía ser eso. Mis oídos no me fallaban, y era bastante probable que mis ojos tampoco me hubieran fallado antes; pero yo había preferido creer que sí para no tener que enfrentarme a la realidad. Mi cerebro me pedía que reaccionase, que viera lo que estaba pasando a mi alrededor y que lidiase con ello.  Le hice caso: abrí los ojos de golpe para no tener que pensármelo dos veces. Entonces lo vi. Allí estaba él, mirándome fijamente con una gran sonrisa. Fue entonces cuando reaccioné.
-¿Qué ha pasado?, ¿quién estaba en la habitación?,-pregunté agitada- oí unos pasos y vi a alguien buscando algo en mi equipaje. Entonces abrí los ojos y…
-…Y estás desvariando.-Dijo Nick finalizando mi frase-He estado aquí toda la mañana esperando a que te despertases y no ha entrado nadie en la habitación, ni siquiera los del servicio de habitaciones.-Dijo tranquilamente mientras en un acto de ternura me quitaba un mechón de pelo que tenía en la cara y lo ponía detrás de mi oreja derecha.
-Jo, ¡pues sí que estoy paranoica!, puede que sea un peligro para la supervivencia del resto de la humanidad. Deberías llevarme a un manicomio por el bien de la especie humana.-Dije entre risas y terminando la frase guiñándole un ojo de forma coqueta.
-Tengo una pequeña objeción en referencia a tu pequeño plan.
-¿Qué objeción?-Pregunté extrañada.
-Que si te encierran en un manicomio, ¿quién me volvería loco a mí?-Respondió con una de esas sonrisas juguetonas que tanto me gustaban y, una vez hubo terminado su frase, me dio el primer beso de la mañana.
         Me levanté rápido de la cama y me fui a la ducha, no sin antes coger el bolso en el que tenía el baúl de mi hermana con la disculpa de que dentro tenía todo mi maquillaje. Mientras me duchaba estuve pensando en la pasada noche. Recordaba haber ido al parque, pensar en mi pasado adolescente y encontrar aquella nota en el banco; sin embargo en ningún rincón de mi cabeza se hallaba el recuerdo de haberme montado en un taxi o de haber llegado al hotel. Qué raro. Nunca antes me había olvidado de algo así a no ser que hubiera bebido más de la cuenta. Aunque tampoco había tenido nunca a mi hermana en coma. Sí, probablemente la situación me estaría afectando más de la cuenta y, cuando llegué al hotel, mi cerebro se relajó tanto que consiguió borrar la mayor parte de cosas que me habían pasado hacía menos de diez horas. Tenía que ser eso. Así que, ¿para qué tratar de recordar si lo único que iba a conseguir sería frustrarme aún más? Definitivamente lo mejor sería dejar de darle vueltas al asunto.
         Cuando salí del cuarto de baño, ya preparada para ir a la calle, me encontré una nota de Nick en la que decía que me esperaba en la misma cafetería en la que desayunamos antes de ir a ver a mi hermana por primera vez al hospital. Tenía vía libre. Ayer había tomado una decisión importante sobre mi futuro. Preparé mi equipaje rápidamente, pues quería tenerlo listo para cuando volviésemos del hospital. Lo había decidido así: quería desaparecer, escapar, huir. Fuera cual fuese la palabra que usara para describir la resolución por la que había optado, parecía una cobarde. Pero después de haberlo pensado tanto, había decidido que lo mejor sería mantenerme lejos por un tiempo para dejar que poco a poco las cosas volvieran a su lugar de partida. Para ello opté por irme sola, sin Nick, sin Bella, sin mis padres…, pues todos ellos se merecían volver a empezar de cero. Pero mi marcha no sería hasta dentro de unas horas; primero tenía que despedirme de todos y de todo.
         Cogí el teléfono y llamé a Nick para cancelar nuestra cita. Aún no le había hablado de mis planes, pero sentía que tenía que reunir las fuerzas suficientes para hacerlo. Quedamos en que lo recogería en taxi pues la cafetería quedaba de camino al hospital y, así, podríamos irnos juntos. Llamé al taxi nada más acabar la conversación para así poder pasar el máximo tiempo posible con Bianca.
         Después de unos 5 minutos de trayecto, el vehículo se paró para recoger a Nick. Opté por hacerme la dormida, pues no tenía ganas de hablar con él. Sin embargo, cuando estábamos a punto de llegar al hospital, un pitido que provenía del interior de mi bolso me avisó de que me acababa de llegar un mensaje al móvil. Con voz somnolienta murmuré un casi inaudible “¿Qué ha sido eso?”, pues no quería que Nick se percatara de mi casi perfecta actuación de chica dormida debido al cansancio. Lentamente desbloqueé el teléfono y leí el mensaje.

Yo también quiero despedirme de ella. Cuento con tu ayuda.


         No hacía falta que mirase el remitente de ese pequeño texto, pues sabía de sobra de quién provenía. Releí el mensaje y, sin poder evitarlo, se me escapó una sonrisita fruto de la cara dura que mostraba tener en ocasiones dicha persona.
         Noté cómo el coche paraba. Habíamos llegado a nuestro destino. Nick decidió quedarse fuera esperando por lo que tuve que adentrarme yo sola por el edificio. Llegué a la puerta 94, detrás de la cual se encontraba mi hermana acompañada por mis padres. Abrí la puerta y, tal como predije, Bianca estaba allí rodeada de las dos personas que habían hecho posible que estuviéramos en este mundo. Nada había cambiado desde mi primera visita a esa habitación, hacía tan sólo unas horas y, posiblemente, nada cambiaría en mucho tiempo.
         Saludé a mis padres con una gran sonrisa y un beso a cada uno. Estaban cansados, se les notaba en la cara. Pero también se veía en su rostro la lucha que batían día a día para seguir adelante. Definitivamente no me podía sentir más orgullosa de ellos.
-Mamá, papá. ¿Por qué no vais a la cafetería y me esperáis allí? Os vendría muy bien tratar de recuperar fuerzas con un café calentito y a mí me encantaría quedarme a solas con Bianca durante por lo menos media hora.-Dije con un tono amable, dulce, lleno de ternura y comprensión.-Ya sabéis que en Nueva York hay muchos lugares y personas por conocer. Estoy segura de que mi hermana es la que tiene más interés en que le cuente todo lo que me ha pasado en este tiempo. Dije guiñándoles un ojo con la intención de que mi comentario fuera lo más cómico posible.
-Por supuesto que sí. Creo que ese café me vendrá de maravilla y de que a tu hermana le encantará saber qué es de tu vida. Todos conocemos su lado cotilla.-Dijo mi padre devolviéndome el guiño a la vez que soltaba una pequeña risa.
         Dicho esto salieron por la puerta y pude quedarme a solas con ella. Tenía tanto que contarle y tan poco tiempo para hacerlo que ni siquiera sabía por dónde debía empezar mi relato.
-Antes de nada te tendré que saludar, ¡qué despistada soy! Le doy dos besos a papá y mamá y a ti nada. Con razón entiendo que discutiéramos tanto cuando éramos pequeñas.-Dije a la vez que me acercaba a su cama y me inclinaba para darle dos besos.- Hay que ver lo coqueta que eres, ¡Dios mío! Sinceramente, cuando salgas de aquí me tienes que dar tu secreto para estar tan guapa. Te recordaba más mayor. El día anterior a haberme ido a Nueva York me fijé en ti, analicé y guardé en mi memoria cada rasgo de tu cara. No preguntes por qué pero presentía que no nos veríamos en mucho tiempo y, ya ves, no me equivoqué.-Comenté con una sonrisa un tanto tristona a la vez que continuaba con mi pequeño relato de la misma forma que lo había empezado: con un gran sentido del humor.- Cuando te observé detenidamente me di cuenta de cuánto habías cambiado. De pequeña siempre me decías que querías ser mayor para ser tan guapa como yo, ¿te acuerdas? Pues bien, ese día me percaté de que, no sólo no te habías contentado con llegar a serlo, sino que también habías logrado superarme en todos los sentidos. Habías dejado de ser una niña, de ser mi hermanita y te habías convertido en una preciosa mujer.
         Llegado a este punto no sabía muy bien por dónde continuar. La voz se me empezaba a quebrar porque sabía muy bien qué era lo que venía a continuación. Pero debía decirle todo, después de todo y de tanto tiempo se lo merecía. Así que tragándome el nudo que se me había formado en la garganta proseguí con mi relato.
-No sé cómo ni por dónde empezar, así que supongo que lo haré desde el principio. Te diría que te pusieras en una postura cómoda pero la verdad es que creo que la que has escogido para escuchar mi historia es idónea.-Comenté entra risas.
         Antes de empezar, pensé. En mí, en ella, en todo. Miles de recuerdos de cuando éramos pequeñas vinieron de forma desordenada a mi mente. Era ahora o nunca. Cogí todo el aire que tenía en mis pulmones y lo solté enérgicamente. Por fin, después de tanto tiempo, iba a contarle a mi hermana por qué había pasado todo de esa manera y, sobre todo, por qué hice lo que hice. 

POSDATA: Siento haber tardado taaaantísimo tiempo en subir capítulo, pero he estado bastante ajetreada ya que he empezado este año en un instituto. La verdad es que ha sido uno de los cambios más importantes de mi vida, pero estoy muy feliz de haber tomado esa decisión. Espero que os haya gustado el capítulo y no os preocupéis, que en poco tiempo estaré de vuelta ;). Gracias a tod@s l@s que coméntáis y un besazo enoooorme :)