Abrí
el grifo de la bañera con la intención de que Nick pensase que me estaba dando
un baño y, así, no me hablase. Por una parte lo que quería era sumergirme en
mis pensamientos y aislarme del mundo exterior para tratar así de conseguir
aclarar todas las ideas que agolpaban mi mente, pero por otro lado también
quería olvidarme de la situación que me rodeaba, tratar de pasar página y
seguir con mi vida como si nunca hubiese pasado nada. Mientras pensaba en qué
hacer a continuación no me di cuenta de que me había quitado la ropa y me había
puesto el albornoz en cuestión de segundos, rápidamente mi cerebro le ordenó a
mis piernas que se diesen prisa en salir del baño y que se colocasen justo en
frente de Nick, pero no se conformó con eso y tuvo que mandarle a mi boca que
empezase a hablar con él después de haberle dado un beso a modo de saludo en la
mejilla.
-¿Qué tal tu
día?-Le dije con una sonrisa sin entender de dónde había sacado las fuerzas
suficientes para tratar de disimular y fingir que no pasaba nada.
-Bien, he estado
dando una vuelta.-Dijo algo cansado.-Tenía que estar sólo un rato para tratar
de pensar con claridad.¿ Y tú que has hecho?- Preguntó a la vez que se sentaba
en la cama y se empezaba a quitar la camisa.
-Pues he ido a
casa de una antigua amiga, tenía que decirle todo lo que había pasado.-Dije lo
más rápido que pude para que ninguna lágrima consiguiese arrimarse a mis
ojos.-Ahora estaba a punto de darme un baño para tratar de relajarme.
-¿Me lo dices para
que te acompañe?-Dijo mientras se terminaba de quitar la camisa y se levantaba
de la cama para ponerse a tan sólo unos milímetros de distancia.
-Te lo digo porque
me lo has preguntado.-Dije a la vez que me acercaba a su boca y le daba un beso
apasionado. Entonces recordé que mientras hablaba con Sara sobre Nueva York esa
misma mañana estaba pensando en decirle a Nick que quizás deberíamos tratar de
tomar caminos diferentes y ver qué era lo que nos deparaba el destino. Poco a
poco separé nuestros labios y proseguí nuestra conversación.-Lo siento Nick
pero necesito relajarme y…, bueno…, la verdad es que contigo dándome un baño no
creo que me dé relajado mucho, la verdad.- Dije mientras cogía mi iPhone y
regresaba al baño dispuesta a darme un baño que consiguiese despejarme por
completo.
-Está bien, pero
no tardes que igual cuando te consigas relajar del todo podremos conseguir
retomar nuestra conversación.-Dijo con una sonrisa traviesa.
Me limité a contestarle con otra
sonrisa. No tenía ganas de hacer nada, fue en ese momento cuando se me ocurrió
que podría hablar con una persona que quizás sí lograse animarme, me metí en la
bañera y cogí mi móvil dispuesta a llamar a esa persona. Deslicé mi dedo
suavemente sobre la pantalla del teléfono para que así apareciesen unos números
que me permitiesen marcar el número secreto y así lograr desbloquear el
teléfono móvil. Me debí de confundir de contraseña porque el teléfono me dijo
que ese número era incorrecto, después de pensar durante unos segundos recordé
que Nick y yo habíamos cambiado la contraseña por un problema que había tenido
mi móvil. Escribí la contraseña y, cuando el móvil se hubo desbloqueado, me di
cuenta de que ése no era mi teléfono, sino el de Nick. Pero ya era demasiado
tarde, de hecho había visto algo que con toda seguridad Nick no hubiese dejado
nunca que yo lo viera, era un mensaje de Whatsapp de una tal Charlotte, no
sabía por qué pero ese nombre me sonaba a horrores, sin saber cómo mis ojos
terminaron parados en la conversación, una conversación que marcaría el
resto de mi vida. Bloqueé el móvil, no quería ni podía seguir leyendo, opté por
darme un baño para relajarme, llorar un poco y pensar con claridad en cuál
tendría que ser mi siguiente paso. Decidí hacer como si no hubiese pasado nada,
aunque para mi sorpresa me doliese lo que acababa de leer en el móvil de Nick.
Salí del baño con toda naturalidad y le expliqué a Nick que me había dado
cuenta de que me había confundido de móvil cuando quise desbloquearlo y lo
único que conseguí fue que no se desbloqueara. Después de explicarle el pequeño
malentendido fue a darse una ducha y fue cuando aproveché para abrir mi joyero
y sacar el baúl que me había entregado Sara esa misma mañana. Cogí la llave y
volví a abrir la pequeña caja observando de nuevo todo lo que había en su
interior, necesitaba verlo de nuevo porque me daba fuerzas para seguir
adelante, desde que había llegado a Madrid había sido uno de los pocos motivos
que habían logrado hacerme sonreír. Mientras pensaba en todo esto se me ocurrió
una idea, cogí la caja y la guardé en uno de mis bolsos dispuesta a llevar a
cabo al día siguiente la pequeña locura que se me acababa de ocurrir. Justo
cuando estaba terminando de preparar las cosas que llevaría por la mañana Nick
salió de la ducha. No tenía ganas de estar con él por lo que me vestí rápido y
me inventé la excusa de que iba a dar una vuelta con Berry para poder así
distanciarme de él.
Llevaba caminando cerca de cinco
minutos cuando me di cuenta e que mi móvil estaba sonando: era Bella. Hablamos
durante unos 20 minutos en los que le conté absolutamente todas las cosas que
me habían pasado, como buena amiga escuchó atentamente todo lo que yo le
contaba aportando de vez en cuando su opinión. Gracias a la conversación que
mantuvimos supe qué era lo que tenía que hacer. Cuando guardé el móvil en el
bolso mi manó se rozó con algo, concretamente con un papel; con cuidado lo
desdoblé y me di cuenta de que era la misteriosa nota que había encontrado
hacía poco en mi habitación del hotel, sin saber muy bien cómo tomé la decisión
de que debía ir a esa cita para seguir averiguando qué era lo que le había
pasado a mi hermana.
Después de caminar durante media hora
llegué al fin al lugar en el que me había citado el misterioso escritor de la
nota. Me di cuenta de que no había nadie a mi alrededor y de que se había hecho
muy tarde. Comencé a andar sin rumbo por el romántico parque recordando los
buenos momentos que había vivido junto a aquellos árboles, en especial se me
vino a la cabeza el día en que Sergio vino a casa porque había quedado con mi
hermana.
<<Bianca estaba tan nerviosa que casi se comía las uñas y yo tenía unas tremendas ganas de llorar porque el chico de mis sueños prefería pasar tiempo con mi hermana pequeña en vez de pasarlo conmigo. Sí, estaba celosa. Pero cuando oí el timbre y fui a abrir la puerta recibí al chico rubio de ojos azules que estaba en frente de mí con la más amplia de mis sonrisas pese a que lo único que quería hacer en ese momento era salir corriendo directa a mi habitación, tirarme en mi cama y no parar de llorar hasta el día siguiente. Para mi sorpresa Sergio me dirigió la mirada más seductora que había visto en mi vida, pero no sólo se limitó a eso sino que se acercó a mí lentamente y me dio dos besos. Mi cara debía de ser bastante graciosa porque cuando se separó de mí soltó una tímida risita, yo también me empecé a reír y al final acabamos los dos a carcajadas. Grité el nombre de mi hermana para avisarla de que su acompañante había llegado, pero como siempre aún le faltaban diez minutos para bajar así que invité a Sergio a pasar para que no tuviera que estar esperando solo y aburrido fuera de casa como si fuese un perro. Al principio no sabía de qué hablarle porque era unos años mayor que yo, él se dio cuenta por lo que en seguida comenzó a hablar de temas que pudiéramos tener en común y así conseguir que yo me sintiese mucho más cómoda. Estaba disfrutando con él como nunca lo había hecho con nadie, me estaba riendo tanto que varias lágrimas se habían conseguido asomar por mis ojos, sin embargo me lo estaba pasando tan bien que no me di cuenta de que mi hermana estaba bajando por las escaleras y aparecía en el salón con un precioso vestido, pero cuando la vi me quedé con la boca abierta y no podía dejar de decirle lo guapa que estaba vestida así. Ella estaba sonrojada, casi no escuchaba lo que yo decía sólo estaba atenta a lo que podía estar pasando por la cabeza del guapísimo chico que le había pedido una cita. Recuerdo perfectamente cómo cuando ya se iban por la puerta Sergio le dijo a Bianca que me estuvo enseñando fotos de su familia y después se había dejado la cartera encima de la mesa, yo me dije a mí misma que eso no era verdad porque ni siquiera habíamos hablado de nuestras familias pero decidí seguirle la corriente para saber cuál era su próxima locura. Entró corriendo antes de que yo cerrase la puerta y, antes de que yo pudiese decir nada, sacó de un bolsillo del interior de su chaqueta una rosa roja y me dijo a la vez que me la entregaba.
<<Bianca estaba tan nerviosa que casi se comía las uñas y yo tenía unas tremendas ganas de llorar porque el chico de mis sueños prefería pasar tiempo con mi hermana pequeña en vez de pasarlo conmigo. Sí, estaba celosa. Pero cuando oí el timbre y fui a abrir la puerta recibí al chico rubio de ojos azules que estaba en frente de mí con la más amplia de mis sonrisas pese a que lo único que quería hacer en ese momento era salir corriendo directa a mi habitación, tirarme en mi cama y no parar de llorar hasta el día siguiente. Para mi sorpresa Sergio me dirigió la mirada más seductora que había visto en mi vida, pero no sólo se limitó a eso sino que se acercó a mí lentamente y me dio dos besos. Mi cara debía de ser bastante graciosa porque cuando se separó de mí soltó una tímida risita, yo también me empecé a reír y al final acabamos los dos a carcajadas. Grité el nombre de mi hermana para avisarla de que su acompañante había llegado, pero como siempre aún le faltaban diez minutos para bajar así que invité a Sergio a pasar para que no tuviera que estar esperando solo y aburrido fuera de casa como si fuese un perro. Al principio no sabía de qué hablarle porque era unos años mayor que yo, él se dio cuenta por lo que en seguida comenzó a hablar de temas que pudiéramos tener en común y así conseguir que yo me sintiese mucho más cómoda. Estaba disfrutando con él como nunca lo había hecho con nadie, me estaba riendo tanto que varias lágrimas se habían conseguido asomar por mis ojos, sin embargo me lo estaba pasando tan bien que no me di cuenta de que mi hermana estaba bajando por las escaleras y aparecía en el salón con un precioso vestido, pero cuando la vi me quedé con la boca abierta y no podía dejar de decirle lo guapa que estaba vestida así. Ella estaba sonrojada, casi no escuchaba lo que yo decía sólo estaba atenta a lo que podía estar pasando por la cabeza del guapísimo chico que le había pedido una cita. Recuerdo perfectamente cómo cuando ya se iban por la puerta Sergio le dijo a Bianca que me estuvo enseñando fotos de su familia y después se había dejado la cartera encima de la mesa, yo me dije a mí misma que eso no era verdad porque ni siquiera habíamos hablado de nuestras familias pero decidí seguirle la corriente para saber cuál era su próxima locura. Entró corriendo antes de que yo cerrase la puerta y, antes de que yo pudiese decir nada, sacó de un bolsillo del interior de su chaqueta una rosa roja y me dijo a la vez que me la entregaba.
-Era para tu
hermana, pero tú te la mereces más que ella.
-Yo…, no…- Empecé
a tartamudear, pero antes de que pudiese seguir hablando él continuó.
-Volveré a por
ti.-Me dio un tierno beso en la mejilla y se fue corriendo gritando que ya
había cogido la cartera.>>
De repente me choqué con un banco y me
di cuenta de que estaba sonriendo, me sentía feliz volviendo a revivir todos
aquellos recuerdos. No sé cómo ni por qué pero mis ojos se detuvieron en el
banco con el que había chocado, no era un banco cualquiera, era nuestro banco. Lo observé a la vez que
recordaba nuestro primer beso, él había ido a mi casa una semana después de
haber tenido aquella primera cita con Bianca, vino con el pretexto de que me
tenía que dejar un libro, me lo entregó con una sonrisa mientras yo le miraba
con la cara que a uno se le pone cuando le dan uno de los mayores sustos. Esa
noche comencé a leer el libro y no paré hasta que vi algo que me extrañó: una
nota en la que ponía que quedábamos en una calle lo suficientemente alejada de
mi casa como para que ni mis padres ni mi hermana se diesen cuenta de que en
vez de ir con mis amigas como yo les había dicho, me iba con un chico que, se
daba la casualidad de que era algo más que un amigo de Bianca. Sin saber muy
bien por qué mis ojos se fijaron en la página en la que había descubierto la
nota: la 68, desde aquel día ése había sido mi número favorito. Cuando me lo
encontré en el lugar donde me había citado aquella noche, recuerdo que me dio
un casco a la vez que me decía que me subiese a la moto porque quería enseñarme
una cosa. Me vendó los ojos en cuanto aparcó la moto y me llevó hasta aquel banco,
era una noche preciosa de verano y, se
daba la casualidad de que había luna llena, yo estaba ensimismada mirando el
cielo y dándome cuenta de lo feliz que me hacía estar con ese chico cuando noté
como lentamente se acercaba a mí, recuerdo que me dijo que estaba preciosa y,
justo en ese momento, me besó. Después estuvimos una hora hablando y riéndonos
hasta que llegó la hora de que me llevase de nuevo a la calle en la que
habíamos quedado para que así yo pudiese regresar a casa a la hora prevista,
fue allí cuando me dio otro beso, uno apasionado. Recuerdo volver a casa y no
poder pegar ojo en toda la noche por lo bien que me sentía.
Me volví a fijar en el banco y vi algo
enganchado a una hoja: era otra nota. Me agaché y la leí.
Sigue todas las pistas
Guardé la nota en uno de los bolsillos
de la chaqueta y sonreí, sabía perfectamente qué era lo que tenía que hacer.
Salí del parque y llamé a un taxi para llegar lo antes posible al hotel, Nick
se preguntaría dónde andaba. Pero mi mente tenía algo muy claro: mañana sería
un día nuevo y debía aprovecharlo al máximo.
Posdata: Espero que os haya gustado mucho el capítulo, haré dentro de poco una entrada para deciros unas novedades de la novela :). Aprovecho para daros las gracias a todos los que comentáis, gracias a vosotros esta pequeña historia sigue adelante. Besos a todos!!!!